17/01/2022

Nos quedan dos telediarios


Día tras día, los medios de comunicación esparcen, en su incansable labor, información que puede manifestar varias facetas de la cada vez más viciada realidad circundante: sobre todo política, sucesos y deportes, pero habría un largo etcétera de temas que añadir.

Día tras día, los destinatarios pueden seguir cómodamente el incesante torrente de actualidad que esta maquinaria regurgita y los invita a degustar como si se tratara de porciones de un gran pastel con barra libre, pues por lo visto semejante despliegue de recursos se nos pone en la palma de la mano a cambio de un puñado de molestos anuncios. Y hablando de porciones, qué curiosa resulta la denominación en inglés del término noticia (piece of news). Si se juega a hacer una errónea traducción literal, ¿cuál sería el resultado? "Pieza de noticia". Como si la lengua inglesa hubiera sido caprichosa a la hora de determinar el vocablo news como incontable, se supone que dichas "piezas" nos mantienen informados y permiten no quedarnos en blanco o sin nada que decir ante la conversación de turno sobre la "actualidad" con el vecino, el familiar o el compañero de trabajo.

Día tras día, las piezas se van acumulando en la cabeza. No por ello, sin embargo, se logra alcanzar un sentido que vertebre todas aquellas informaciones, sino que por el contrario, lo habitual es que algunas de las que llegaron antes se acaben por perder u olvidar y ese espacio lo pasan a ocupar las más recientes. En otros casos, nos veríamos amurallados por un sistema de pensamiento y creencias configurado al gusto del poder de las agencias de información. En todo caso, más difícil lo tendríamos para alcanzar una manera de pensar genuina, porque ese proceso de tragar y tragar no parece estar pensado para llevar a cabo una reflexión adecuada y sosegada.

Día tras día, la actualidad producida en serie se nos planta delante, pero con certeza se puede afirmar que los árboles no nos dejan ver el bosque. Los saberes ancestrales menos mudables que la continua vorágine mediática, o tal vez los textos que los clásicos dejaron nunca van a estar de actualidad, así que, ¿para qué profundizar en estas materias?

Día tras día, nosotros mismos somos quienes nos convertimos en piezas al servicio de un proyecto de algo que nos es ajeno.

No hay comentarios: