31/03/2018

Ejemplo modélico de viandante urbano


REFERENCIA


Taylor-Wood, Sam (2011): «ÜBerlin» [música homónima perteneciente al álbum de R.E.M. de 2011 Collapse Into Now].

26/03/2018

Una visión del desequilibrio

Poco a poco, la vida en el planeta se iba transformando de un modo cada vez más patente ante nuestra mirada. Se puede decir que se daban dos fenómenos simultáneos y estrechamente relacionados.

Por un lado, las ciudades de un tamaño relativamente pequeño, como pueden ser aquellas que habían visto la luz junto a la riqueza que es capaz de ofrecer un caudaloso río, las que gozaban de la impasible protección de una cordillera que serpentea cual reptil, o tal vez, las que se hallaran mecidas por el vaivén de la marea sobre los finos granos de arena de una playa... En fin, cualquiera de ellas sufría un particular proceso que provocaba su propia caricaturización. Para ilustrar la situación, la vida cultural (perenne, espontánea, no institucionalizada) brillaba por su ausencia, las fachadas de los edificios mutaban sus colores y adquirían tonos pastel, las voces de sus habitantes se apagaban gradualmente y cada vez quedaban menos, y lo que más llamaba la atención: un halo invisible, en esas mismas poblaciones, que hacía despreciar el propio lugar para todos los que entraban en contacto con él.

Por otro lado, los núcleos más habitados (que en algunos casos habían perdido un poco más su conexión para con las bondades geográficas y naturales que su ambiente les proporcionaba) continuaban con su tendencia creciente pues, entre otras cosas, acogían a los naturales de esos lugares más reducidos. No obstante, la cosa no acababa ahí: las migraciones turísticas que abarrotan el espacio público en las temporadas correspondientes suponían asimismo un desafío, por lo que ambos factores generaban un influjo crítico en esas urbes. En consecuencia, sus moradores expelían, literalmente, una energía dinámica que las dotaba de colores vivos, multitud de mensajes publicitarios y numerosos focos de los que bullía una vibrante música producida en directo. Todo esto hubiese formado una excelente combinación, si no hubiera sido por las últimas consecuencias del proceso: los grandes hábitats urbanos terminaban transmutando de tal manera que dejaban de ser ellos mismos; se convertían en copias (más caras que las originales, eso sí), pero sin dejar de ser más que meras réplicas. Así, se veían privadas de su esencia, y los ojos más avezados percibían los centros de las mayores poblaciones como perfectos parques de atracciones por los que pasearse y cuya ausencia de vida más allá de los muros exteriores se daba por sentada con pasmosa naturalidad.

Esta fue una, tan solo una, de las muchas claves por las que las condiciones de vida en ese planeta se fueron erosionando... Defecto y exceso habían perdido el control en un ataque de ego, y desde entonces pocas soluciones efectivas de verdad se pudieron llevar a la práctica para resolver el problema.

16/03/2018

Reminiscencia adolescente

Un instituto de educación secundaria. Una jornada como cualquier otra que tocaba a su fin.

Habitualmente, todo el mundo se dirigía hacia sus casas más pronto que tarde salvo, quizá, algún grupo rezagado. Sin embargo, algo distinto sucedió aquel día.

Ya desde una cierta distancia, pude distinguir un corro de gente a la entrada del centro. En él, destacaba la presencia de un hombre que conversaba animadamente con varios jóvenes, estudiantes como yo. Cuando llegué hasta donde se encontraban, me di cuenta de que este hombre llevaba consigo una pequeña maleta. (Ahí, por cierto, había puesto un cartelito en el que se podía leer la palabra “antidrogas”). No en vano, según nos explicó, normalmente iba de aquí para allá.

Lo cierto es que no recuerdo con exactitud algunos detalles de aquella conversación improvisada; no obstante, puedo asegurar que desprendía muy buenas vibraciones y buen humor. Además, en un determinado momento, sacó una hoja con un escrito de su puño y letra al tiempo que me dijo algo así como: «esto es para ti, que tienes los ojos del color del mar», lo cual me halagó mucho. Admito que tuve bastante suerte en ser la única persona que recibió ese obsequio tan especial, teniendo en cuenta la significativa reunión que allí se formó.

A continuación reproduzco, previa corrección, el mensaje que contenía el papel (y que todavía hoy conservo, claro):


YO, ANTIDROGAS
-Miguel-
Como todas las ciudades, esta es una ciudad drogadora y drogadicta.
Drogas son productos que nos hacen adictos y nos llevan a puntos extremos.
Hay dos clases de drogas, las de los pobres y las de los ricos. Las dos contaminan la salud pública.
Los pobres se drogan con plantas salvajes y algunos también con animales salvajes, drogas baratas.
Las drogas caras de los ricos son máquinas de la muerte. Contaminan el cielo con gases extraños y producen ruidos extrañadores que absorben el oxígeno indispensable para la vida.
También son drogas de ricos máquinas que hablan casi siempre de muertos en la guerra o de nacidos hijos de los famosos.
No te drogues. Vive el ahora. Mañana no existe; ayer tampoco.
El mañana traerá su afán.
VIVE AHORA Y SÉ FELIZ.
Miguel


Cuando lo leí, me preguntó si lo había entendido, y poco después se marchó en busca de una fuente cercana donde poder refrescarse un poco. Sin duda, una anécdota digna de recuerdo que aniquiló por completo la rutina de aquel día, y que no he querido dejar de compartir.

Dedico esta entrada a Miguel, por supuesto (espero que, si por casualidad llega a leer esto, no le importe ver su texto publicado); pero tampoco me olvido de aquellos que creen en su propia iniciativa y la transmiten a los demás con creatividad e imaginación aunque los medios escaseen, y sin depender de instancias superiores. Va por vosotros.