21/12/2020

Encuentro de colosos

Hoy la astronomía y la astrología viven un acontecimiento singular que no se registraba desde hace siglos y que, del mismo modo, tardará varias décadas hasta que suceda de nuevo, según las asociaciones de astrónomos.

Al margen de que, como es habitual por esta fecha, tiene lugar el solsticio de invierno en el hemisferio norte y el de verano en el hemisferio sur, en esta ocasión se va a dar una conjunción de los planetas Júpiter y Saturno que será visible al anochecer siempre que no haya niebla o nubes que dificulten la observación.

Ambos planetas cuentan con ciertas características muy similares aunque no exactas, como su diámetro ecuatorial o el número de satélites. Y sin embargo, a su vez, se puede apreciar que sus glifos simbolizan opuestos: en Júpiter, el alma se encuentra por encima de la cruz de la materia (♃); en Saturno, esta misma cruz está por encima del creciente del alma (♄).

En este punto, no está de más adentrarse en conceptos de tipo simbólico para recordar que en la antigüedad se pensaba que Saturno era el planeta más lejano a la tierra, y por eso se identificó con la idea de los límites y del tiempo, frente a la expansión típica de Júpiter. Más concretamente, en la mitología griega se le asoció con Cronos, el titán que devoraba a sus hijos. De ahí en adelante, no han sido pocos los que han advertido un aparente culto a dicha entidad en cantidad de elementos de la cultura popular: hay innumerables detalles que revelan esta presunta filiación si se busca en obras artísticas o producciones de comunicación de masas, pero uno de los más destacables puede ser el símbolo del comunismo, que guarda un parecido razonable con el saturnal bajo la apariencia de una hoz y un martillo (☭).

Está por ver si esta reunión de iguales en la que uno de ellos parece cobrar tanta importancia para las élites desencadenará cambios trascendentes para la historia o no. Por ahora, solo queda mirar al cielo con humildad.

28/06/2020

We Become What We Behold


No hay duda de que los videojuegos se han consolidado como una forma más de ocio durante las últimas décadas: basta con advertir el peso que tiene la industria videolúdica en el mercado y en la cultura popular, así como la creciente oferta de títulos de múltiples géneros y estilos.

A pesar de ello, hay aspectos que en general brillan por su ausencia. Así, cuestiones relativas al aprendizaje o a la sabiduría resultan muy difíciles de encontrar, y cuando esto ocurre no se suelen plasmar de una manera atractiva. Por fortuna, dentro de este campo también existen las excepciones; en este caso, una creación que alienta el sentido crítico hacia los grandes medios de comunicación: We Become What We Behold.

Justo antes de comenzar el juego, se da un aviso sobre su contenido violento (que parece que está incluido con el principal objetivo de concienciar), y en el momento en que empieza la partida aparece una cita erróneamente atribuida a Marshall McLuhan que encierra gran parte de la esencia del juego: «We shape our tools and then our tools shape us»; es decir, "moldeamos nuestras herramientas y nuestras herramientas nos moldean a nosotros". A continuación el jugador divisará a vista de pájaro una multitud de personajes deambulando y se encargará de hacer fotografías de todo aquello que pueda considerarse digno de aparecer en la pantalla de televisión que todos ellos ven. Las cosas se irán poniendo más "interesantes" conforme los personajes reaccionen a las imágenes (acompañadas de un titular que las interpreta) que se les van a mostrar en dicha televisión.

Debido a su brevísima duración, el título presenta un desarrollo ágil y directo. De manera clara y mediante ingeniosas dosis de humor negro, refleja la influencia que los mass media generan en la gente hasta sus últimas consecuencias.

Desarrollado por Nicky Case, se puede jugar gratuitamente en https://ncase.itch.io/wbwwb, y seguro que no deja indiferente a quien lo tenga delante.

23/03/2020

Ficción real y realidad ficticia

Una figura televisiva de renombre realiza un programa en el que hace sentir a la audiencia más cerca de la cárcel de lo que cree, y en efecto, semanas más tarde, hay que acabar por darle la razón.

Mientras tanto, un espectáculo real se vuelve tan efectivo que su competencia directa, la mayoría de teatros y cines del mundo, se ve obligada a cerrar sus puertas temporalmente.