29/08/2018

Propaganda a domicilio

Existen muchos asuntos irritantes en torno a los medios de comunicación, tan accesibles a día de hoy. Aquí me voy a detener en los mass media televisivos, así como lo que supone permanecer expuesto a este tipo de pantallas llamadas televisión.

Para cualquiera relativamente consciente, que la televisión constituye una pérdida de tiempo absoluta es un hecho más que evidente, pero muy a menudo dicha percepción permanece estancada, al margen de un análisis en profundidad. Si se da un paso más, resulta perceptible que el objetivo primordial de este aparato omnipresente no es otro que el de librar una contienda subrepticia hacia la población, para lo cual se sirve de diversos mecanismos, tales como mensajes subliminales para intentar difundir ideas a nivel subconsciente que no se captan a simple vista, o la programación predictiva, que consiste en mostrar un acontecimiento relevante que todavía no ha ocurrido con el fin de que los espectadores se acostumbren a la escena y no les choque tanto una vez se produzca. (A este respecto, hay que mencionar que, curiosamente, esta se suele interpretar como una afortunada predicción). Ejemplos de esta clase de técnicas se encuentran disponibles en Internet mediante una sencilla búsqueda.

Mención especial merecen las noticias falsas, muy en boga en los últimos tiempos, pero que en realidad datan de antiguo. Por regla general, se trata de producciones realizadas en un estudio o en plena calle por medio de actores o edición de imágenes y sonidos; su finalidad es la de manipular las mentes más crédulas, o que un gobierno cuente con un casus belli que justifique una guerra futura. Menos demostrable en un principio, pero con multitud de indicios, deberíamos considerar asimismo los propósitos ritualísticos que estas informaciones fraudulentas cumplen para las élites. Como sugerencia para probar esta afirmación, sugiero que se consideren ciertas cifras, fechas o símbolos relacionados con sucesos señalados, cuyos patrones comunes o coincidencias logren vislumbrar códigos que parecían ocultos.

Por todo esto, parece razonable que hay que pensar en la televisión no ya como una lastimosa máquina de menosprecio personal sino también, y ante todo, como un enemigo que por defecto está haciendo la guerra de continuo y del cual guardarse con las mayores precauciones. Que el lector juzgue estas líneas y se ponga a salvo cuanto antes.

27/08/2018

No exit

Después de muchos veranos transcurridos, sigue sin haber salida. Los nervios tan pregonados, el doloroso esfuerzo económico y, sobre todo, la ilusión del aún breve camino recorrido se derrumban de un plumazo.

Da la impresión de que la batalla perdida a priori excusa una dedicación significativa; no obstante, los ojos enrojecidos por ansiar una solución, una venganza o un simple desahogo no pueden atestiguarlo así.

Ocurre que, además, las desgracias nunca vienen solas, por lo que cuando menos se puede esperar se dan bajas entre las filas de tus supuestos aliados. Y sin motivo aparente, cómo no.

No exit. No hay salida, no hay éxito... La lógica "aplastante", en el peor de los sentidos, sigue meciéndose sobre la tierra, y quien no se subordine a ella acabará rodando por los suelos tarde o temprano.