Hoy la astronomía y la astrología viven un acontecimiento singular que no se registraba desde hace siglos y que, del mismo modo, tardará varias décadas en suceder de nuevo, según las asociaciones de astrónomos.
Al margen del solsticio de invierno en el hemisferio norte y el de verano en el hemisferio sur, en esta ocasión también se va a dar una conjunción de los planetas Júpiter y Saturno que será visible al anochecer siempre que no haya niebla o nubes que dificulten la observación.
Ambos planetas cuentan con características muy similares aunque no exactas, como su diámetro ecuatorial o el número de satélites. Y sin embargo, a su vez, se puede apreciar que sus glifos simbolizan opuestos: en Júpiter, el alma se encuentra por encima de la cruz de la materia (♃); en Saturno, esta misma cruz está por encima del creciente del alma (♄).
En este punto, no está de más adentrarse en conceptos simbólicos para recordar que en la antigüedad se pensaba que Saturno era el planeta más lejano a la tierra, y por eso se identificó con la idea de los límites y del tiempo, frente a la expansión típica de Júpiter. Concretamente, en la mitología griega se le asoció con Cronos, el titán que devoraba a sus hijos. De ahí en adelante, no han sido pocos los que han advertido un aparente culto a dicha entidad en cantidad de elementos de la cultura popular: hay innumerables detalles que revelan esta presunta filiación si se busca en obras artísticas o producciones de comunicación de masas, pero uno de los más destacables puede ser el símbolo del comunismo, que guarda un parecido razonable con el saturnal bajo la apariencia de una hoz y un martillo (☭).
Ya solo queda mirar al cielo para ver esta reunión de iguales en forma, pero no en lo que simbolizan.